Buceadores en mi mare tenebrosum

viernes, 17 de abril de 2009

Lo siento de veras

Siento no haberos escrito, pero esta semana no ha sido la más propicia en todos los sentidos. No escribo desde el jueves antes de ir a la Hora Santa. De ella solo puedo decir que fue muy emotivo: entrar en un templo en penumbras, iluminado solo por la tenue luz de decenas de velas, y sentir en la nariz el penetrante y suabe olor de estos cirios, ver el monumento iluminado, rezar, sentirte a otro nivel de consciencia y espiritualidad (ahora entiendo eso de los estados alterados de consciencia), leer y sentir que no es tu voz la que lee, escuchar la entonación profunda de los otros lectores, escuchar la voz del sacerdote (que canta muy bien) y de una mujer de la coral (que dudo si era o no la celestial) improvisando un poema de Antonio Machado convertido en saeta.
El viernes por la mañana estuve haciendo un trabajo de ética, y por la tarde salí de nuevo a sacar el estandarte de mi cofradía. Esta procesión se convirtió en una crudelísima batalla entre el viento y yo, pues este llevaba el estandarte hacia un lado y hacia otro, hacia delante y hacia atrás, como si fuera la vela de un barco. Pero yo hice como el mastil, la conduje intentando que Eolo no se la llevase para convertirla en su bandera y en mi vergüenza.
Logré llevar la empresa a buen puerto. Esa noche no tuve ganas de salir otra vez a la procesión, así que me quedé en casa haciendo el trabajo y leyendo.
El sábado estuve desde las once hasta las tres y media en la iglesia para prepararla para la Vigilia Pascual. Además de cubrir una cruz de madera maciza de mos metros y medio de alto de flores bancas y despues de subirla a la mesa, mover macetas, colocar bancos y un largo etcétera, tuve que ayudar a los de la cofradía de La Virgen de los Dolores a llevar las andas de su virgen a un lugar donde las guardan.
Por la tarde estuve dándole un tiento a mi trabajo de ética mientras veía a trozos la película de Memorias de África, que ha pasado a mi lista de libros por leer y cuando termine de hacer esto entrará en mi lista de películas por ver (pues, además de verla a trozos y cogerla empezada, no la terminé). Esa noche fui a la Vigilia, y tuve que leer. Fue una ceremonia preciosa pero manchada de negro, ya que tuve que despedirme de los niños que trajeron las Hermanas de la Caridad, pero la despedida se tiznó levemente de blanco, convirtiendose en gris con la promesa de las monjas a los niños de que van a volver al año que viene (a algunos los recordaba de haberlos visto el año pasado).
El domingo por la mañana estuve haciendo el trabajo de ética, por la tarde fui al pueblo de mis abuelos maternos. Por la tarde, cuando llegué, seguí haciendo un trabajo. Por la noche ví Aida y después me dormí.
El lunes tuve psicólogo por la mañana, y la sesión duró casi tres horas, así que por la tarde aproveché para seguir haciendo el trabajo y para concienciarme para que el estrés post-vacacional me afectara lo menos posible.
El martes tuve clases, así que comencé la rutina de los deberes y además el estrés post-vacacional me atacó tan fuerte que no pude ni pensar.
El miercoles murió el abuelo de una buenísima amiga, el Pequeño Pony, así que no tuve ánimos ni de escribir. El jueves, por el entierro, lo mismo. A pesar de hacer aceptado completamente mi propia muerte, impidiendo que me ataque el miedo a ella, aun no he podido controlar el terrible sentimiento de angustia que me ataca cuando alguien que conozco muere, y, además, ya os he dicho que los problemas de mis amigos me afectan como si fuesen mios, así que (salvando las distancias con ella, que tuvo que ser un golpe dúrisimo, y lo sé por que lo he sufrido) me dolió, y como mi abuelo también murió hace algunos años, puedo imaginarme lo que pasó por su cabeza.
Hoy escribo por dos razones: la primera porque hacía ya mucho tiempo que no escribía y no quería que nadie se asustara (si es que hay alguien ahí), y la segunda porque estoy emocionado porque esta tarde se entregan unos premios de un concurso de relatos al que me presenté, y me han dicho que ha habio muy pocos participantes, de hecho, me han dicho que tres. Y teniendo en cuenta que hay tres premios, os dareis cuenta de que algo me toca. De todas maneras no quiero hacerme ilusiones, pues, como sabeis, soy pesimista y me sería imposible hacerlo. También porque si te haces ilusiones sobre algo y esto no se cumple luego te caes, y eso nunca es bueno; sin embargo, si ganas algo que no esperas la ilusión es mucho mayor.
Bueno señores y señoras, me despido de ustedes. Hasta mañana, queridos amigos y amigas:
De Cotilla a Confidente

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