Buceadores en mi mare tenebrosum

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Cual gráfico de ventas

Así ha sido mi vida durante estos últimos dos casi tres días. Caracterizado por subidas y bajadas.

Antes de nada, disculparme por mi melodrama del otro día. Lo siento de veras. Siento haberos molestado. Gracias a los que lo leisteis y me comprendisteis. Gracias. Estoy mucho mejor. En especial quiero agradecérselo a Lucía, a Arual a Caperu y a mi papi virtual, Agustín, que me habeis apoyado mucho.
Continúo. Bueno, esa noche, aquella después de la publicación de la entrada, dormí bien. O, al menos, no me desperté en toda la noche. Pero eso no significó que a las diez de la mañana me levantase bastante cansado, como si no hubiese dormido. Pero, por lo menos, algo más animado. Tuve una comida de Navidad con mi familia materna y la familia de mi tía casada. No estuvo mal. Tampoco comí mucho, pero no estuvo mal. Lo mejor de esta comida fue cuando llamé para felicitar las fiestas a mi familia de Cataluña, a quienes, a pesar de conocer y ver poco, quiero mucho.
En cuanto pude, me escapé y volví a mi casa. Llegué y, como necesitaba endorfinas, ataqué los dos paquetes de bombones que me trajo el vejete borrachuzo con miopía y sin gusto para vestir que va de ecologista con sus transportes libres de contaminantes, pero que no tiene ningún inconveniente en tener explotados a no sé cuantos cientos de niños en condiciones pésimas en un almacén en no sé que lugar de Polo Norte, y encima es considerado un filántropo por dar regalos a los niños de todo el mundo, atribuyéndose el mérito del trabajo de cientos de padres, abuelos y tíos a lo largo del mundo.
Siento esta perorata estúpida, pero es que no me cae bien Papá Noel. No es porque no me haya traído nada hasta hace más o menos site años (cuando nació mi hemana), es simplemente que no me llena el ojo. Es una costumbre importada, y no veo normal que los padres tengan que gastarse una fortuna en Papá Noel y en Reyes, y, como muchos no pueden, simplemente eligen uno. Y ¿a quien van a elegir sino al que llega antes, con lo que deja a los niños más tiempo para disfrutar de los juguetes? En otras palabras, que la carta a Papá Noel supone el epitafio de una tradicio española como sus Magestades los Reyes Magos de Oriente.
Pero bueno, por lo menos el explotador me trajo bombones.
Y, después de comerme medio bote, estaba bastante felíz. Pero, como siempre, es presumir de felicidad, y venirme un tsunami de pena enorme que me sepulta bajo un mar de depresión. El epicentro de este mal fue el hablar con el Pequeño Pony, que me devolvió a la cruda realidad, porque estuvimos hablando y, salieron los temas de conversación de más escabrosa actualidad, con respecto a mis amigos.
Creo que ya os dije una vez que soy medio brujo, pues bueno, últimamente cualquier cosa que predigo y no quiero que ocurra se cumple. Y anoche esta chica dijo que, tal vez, mis predicciones eran ciertas.
Así que, estas y otras conversaciones, se llevaron de golpe las endorfinas liberadas. Yo creo que es que el chocolate del viejo ese es de mala calidad, pero bueno, no tengo pruebas.
Así que esa noche y, a pesar de prometeros hace tiempo que no volvería a usarla, usé la estrategia del pozo. Pero no fue como las otras veces. Si, me dije lo estúpido que era, pensé en mi funeral, vi a la gente que quiero criticándome por la espalda, inventé una carta de suicidio y un sin fin de desacreditaciones y daños contra mí mismo. Pero la diferencia radicaba en que, en la estrategia normal no contienes las lágrimas, en esta nueva estrategia en cuanto soltaba una lágrima, pensaba en otra cosa, y evitar que saliesen más. No se que me guió a probar este nuevo método, pero lo hice así. Me levanté a las 10 de la mañana y, a las 12, cuando mis padres llegaron de la capital de hacer las compras navideñas (no tuve ánimos para acompañarlos) mi padre medijo que si acababa de levantarme, porque tenía una cara espantosa.
Y me miré en el espejo. Mi cara estaba más blanca que la leche. Pero, bajo los ojos, un par de enormes ojeras , grandes y anchas como la falla de San Andrés y oscuras como las pardes del Tártaro.
Me metí en mi habitacion y no acertaba a hacer nada. Simplemente a lamentarme.
Y llegó la hora de comer. Y ni siquiera comí porque no me sentía digno tan siquiera de comer. Si, lo sé, es estúpido, pero no podía controlarlo. Entonces estaba tan cansado que me dormí.
No se si recordáis , cuando os hable del pozo, que despues de recordarte todo lo malo que hay en tí, a dormir.
Así que creo que lo que pasa es que, al no llorar, necesité de más tiempo recordando. Pero surtió efecto. Me levanté de siesta como una persona nueva. Tal vez con un pozo más profundo para la próxima vez, pero nueva al fin de al cabo.
Despues de acabar definitivamente con mis reservas de chocolate, me ofrecieron ir a ver unos monólogos. Pero acababa de salir del pozo, así que lo rechacé. No estaba para hacer esperimentos, y no sabía lo que podría pasar con esta versión "dulce" (a falta de un calificativo mejor) : tal vez que me entrasen inmensas ganas de llorar en medio de todo el mundo.
Pero invité despues a mis amigos a ver una peli. No estaba para románticas, así que las de X Men, que son bastante violentillas, ficticias y guays. Cuando se fueron, me atacó el insomnio, así que estuve viendo otra peli y leyendo hasta las 4 de la mañana.
El domingo me levanté a las 12. Fui a comer al pueblo de mis abuelos. Sin sombresaltos. Llegué a casa, y me puse a jugar a un juego de ordenador.
Después mantuve una conversacion con la misma amiga y del mismo tema que la vez que me dio el inmenso bajón, pero no me pasó nada.
También me tuve sesión de adivinación. Un buen amigo estaba preocupado por algo que le iba a pasar al dia siguiente (osea, hoy; espero que todo le vaya bien), así que me puse a trabajar. Por desgracia, mi chakra del tercer ojo estaba bastante atrofiado por el bajón de días antes, así que no fui de mucha ayuda. Ayer he estado en una excursión, siendo yo monitor, pues me en apuntado al grúpo de jóvenes de la parroquia de mi pueblo. Hemos estado con vaios niños pequeños, los hemos llevado a Iberocio (una especie de fiesta para la infancia [aunque oficialmente es para la juventud y la infancia] que se celebra todos los años en Navidades en Ifeba [el Recinto de Ferias y Congresos de Badajoz]), y después los hemos llevado al cine a ver Avatar.
Una minicrítica, que sé que soy mu pesado con el cine. Es una película que narra las peripecias de un grupo de marines y científicos que luchan entre ellos por la mejor manera de tratar de desalojar a unos nativos, considerados salvajes, para así poder explotar las reservas de un mineral carísimo que sólo se haya en el planeta en que se encuentran.
Una película entretenida e interesante, que te mantiene en vilo hasta el final y mezcla romanticismo, acción y algo de filosofía, antropología y religión.
Os la recomiendo si os gusta la ciencia ficción, eso sí, no hagais caso a la recomendación de no recomendado para menores de siete años, yo creo que sería más bien no recomendada para menores de trece, porque es bastante violenta.
En mi opinión, tal vez sea una crítica al litigio que se produce en las selvas (sobre todo de Sudamérica) que se da entre los antropólogos que intentan preservar a las tribus que no han conectado con el hombre blanco y a los biólogos que tratan de conservar la flora y la fauna de estos lugares, y los mercenarios contratados por las industrias madereras, geo-estractoras...
Hoy estoy más tranquilo. Me he pasado viendo películas toda la mañana y parte de la tarde, en la que también he ido a despedir a mis familiares de Bilbao.
Pero, antes de despedirme, quiero cumplir con un meme (una especie de pregunta que se pasa de blog en blog, tipo lo que se hace con los premios [y pongo esto porque a lo mejor no lo sabíais, porque yo me acabo de enterar, jejeje]) creado por Sa* y que me ha mandado mi queridísima Arual. Y aprovecho para hacerlo ahora porque este meme consiste en escribir una carta a los Reyes Magos diciéndoles 10 cosas que quieres y por que las quieres, y así, ya de paso, le hago un poco de boicot a Santa Claus.



Queridos Reyes Magos:
Este año no me he portado especialmente bien, la verdad. Y se que me habeis dado un regalo enorme por adelantado haciendome conocer tanta gente maravillosa en este blog, pero quiero pediros algunas cositas más. Y es que, si a la mayoría de mis amigos les traíais cuando yo era pequeño más juguetes que a mi, y algunos de ellos eran completos satanases a los que se les caían los mocos, quiero una compensación o la hoja de reclamaciones.
Pero bueno, no os sintais presionados. Ah, y se me olvidaba comentaros queridos que Internet me permite aprender vudú en cualquier momento. ¿Se conducirá bien el camello con lumbargia? ¿Y con gastrointeritis? ]XD
1.- Salud: para mi y para todos mis amigos y familia. La salud es necesaria para disfrutar de la vida. Y en esta época en que las enfermedades extrañas, nerviosas y causadas por el estrés, enfermedades que no se cogen por tomar frío o por estar espuesto a una enfermedad contagiosa, sino por los genes defectuosos, la contaminación, los nervios, el estrés, la presión o la vertiginosidad de la vida es necesario clamar al cielo por la salud.
2.- Trabajo: no pido dinero, porque se que el dinero no cae del cielo, sino que hay que ganárselo, así que, en estos tiempos de crisis, os pido trabajo para mi padre, y para cuando yo termine la carrera (que será, si no repito, dentro de cinco años y medio, más, debido a las exigencias que supone Bolonia, año y medio o dos años de master). Siento que sea una petición a la larga, pero siempre he vivido en el futuro. Vosostros que lo sabéis todo ya lo comprendéis.
3.- Amor: si no para mí (porque el amor no se pide, se recibe, se agradece, se disfruta y se intenta conservar), para las personas que quiero (como en el caso de la salud, vosotros estáis en ese grupo). Los que lo tengan, que lo conserven, y logren enamorar a la persona que les gusta, los que esten desengañados, que vuelvan a confiar en el amor, y, sobre todo, que se enamoren; a los que os duela el corazón a causa del amor, que se os olviden las penas. A los que no consigan enamorarse, que les llegue la confianza que a mi me falta. Si estan con alguien y sufren por ello, que tengan el valor para terminar con todo y volver a hallar el amor en otra persona.
4.- Capacidad de consejo: para poder ayudar a los que me lo pidan, para poder encauzar su vida sin enrevesarla más. Para que mis palabras sean guiadas por el destino, y para que mi voz sea y mis dedos sobre el teclado sean la solucion para los males que se ciernan sobre mis amigos, sean alivio para los corazones dañados y sean agua clara que lave la negra confusión de las mentes. Que mi hombro sea un lugar donde llorar sin que el llanto te ahogue.
5.- Capacidad de trabajo y estudio: para lograr cogerle el ritmo de una vez a el puñetero bachillerato. Y para ver si subo un poco la nota sin estresarme demasiado. Porque este año, como os dije, parece que el trabajo va a un paso por delante de mí. A ver si por fin consigo ganarme el pulso.
6.- Una o dos horas más al día: porque me faltan. Es que no tengo tiempo para nada; malamente termino los deberes, ceno, y me acuesto. Ni puedo escribir, ni leer, ni ver una peli, ni malamente ver en la tele alguna que otra serie que sigo.
7.- Paciencia: que es santa, así que mi padre debe ser muy malo para quedarme como herencia su falta y pérdida progresiva de la misma. Tengo muy mala leche, y no conviene a nadie, y menos a mí. Así que, ya que no puedo quiarme la mala leche, al menos que pueda retenerla un poco.
8.- Creatividad, organización y constancia: para escribir mis relatos, sacarlos de la cabeza, y poder organizar las ideas, sobre todo desde el punto de vistra cronológico, porque soy un desastre con los años y los días. Y también con los datos minios, pero importante. Por otra parte, tengo una fea costumbre, si me obsesiono con un relato no escribo otra cosa y no pienso en otra cosa, pero, como me obsesione con otro, abandono totalmente el primero y los demás y me pongo con el nuevo.
9.- Arte: mucho arte. Quiero conseguir música nueva, nuevo cine, nuevos libros, nuevos textos escritos por mí y, sobre todo, ver nuevos museos, catedrales, esculturas... Creo que eso lo supliré en mi viaje a Italia que el instituto organiza este año. La verdad, os pido que hagais que el viaje salga adelante. También me resultaría precioso que me trajeseis una baraja del Tarot de Marsella dentro de una caja de madera de ébano envueltas en un paño de seda morada. Es que me he estado informando para un relato y me han encantado los dibujos, son superartísticos y muy evocadores, tienen algo, no sé como llamarlo.
10.- Chocolate y clinex: si es posible, el chocolate de buena calidad (no como el que me trajo el vejestorio rácano de los trajes de Rojo Valentino). Los necesitaré: los chocolates por si me da una crisis depresiva y porque me encantan; los clinex porque los necesitaré para las crisis depresivas, para la emoción que me provoque la contemplación del arte y para los catarros y las alergias de las que me vea afectado a lo largo del año.


Y los nominados para este meme que me ha enviado Arual son, por mi parte: Gildardo, Agustín, Elena, Amanda, Lucía, Caperu, Mara, Holie, Julie, María, Alma, Mel, Marina, Sophie Pauu, Marina y Evangeline.
Bueno me ha entrado el gusanillo y tal vez mañana publique un meme. De nuevo gracias a los que me apoyasteis. Os quiero.
Un beso y un abrazo, y si necesitais algo, siempre me tendreis aquí, cuando querais, lo necesiteis, cada vez que os haga algo. Siempre vuestro:
DCAC

viernes, 25 de diciembre de 2009

¡¡Feliz Navidad!!

¿Que tal estais queridos amigos? Espero que todo os esté yendo genial.
En primer lugar, quiero disculparme por no escribir en todo este tiempo, pero con los exámenes no tengo nada de tiempo. Ahora que han acabado aprovecho para leer vuestros blogs. A los que aun no he llegado, os pido disculpas, espero no tardar mucho.
En segundo, felicitaros las fiestas.
Hoy yo debería escribir sobre la Navidad, debería pregonar la paz y el amor que debieran dominar en estas fiestas y despotricar contra el consumismo que envuelve estas fechas; debería dar todos los premios que me habéis otorgado en mi ausencia, que yo haya visto, mis queridos Gildardo, Arual y Mara, debería escribir la carta a los Reyes Magos que me ha encargado mi querida Arual, o tal vez debiera seguir con el relato de mi querida Amelia. Pero no. De lo que debería hacer sólo haré una cosa: agradecéroslo de todo corazón, así como agradecer a Gil y a Elena el apoyo mostrado en mi anterior entrada, y agradecerles también que me habriesen los ojos con respecto a ocultar mi identidad.
Y es que, muy señores (y señoras) míos/as, voy a dejar eso para más adelante. Porque, y aunque parezca mentira (nótese la ironía), estoy mal, y necesito desahogarme o explotar. Y demasiadas lágrimas han sido derramadas ya sobre la almohada, o sentado en mi sillón de cuero delante de la pantalla del ordenador.
No sé ni como plasmar todo lo que tengo dentro, así que lo haré a la antigua, del tirón, o, como mucho, en dos días, como en los viejos tiempos, eliminando este tumor emocional rápidamente y sin anestesia, y sin dejar que sus cancerígenos pensamientos se estiendan más de lo que están en mi ya infectada mente y mi terriblemente pútrida alma.
Y es que me he dado cuenta de que en verdad lo que me decía Elena era cierto, he cambiado, escribo con miedo de ser juzgado por alguien que, sin tener que llegar hasta aquí, consiga hacerlo y leer mis más profundos y oscuros secretos.
Pero os prometo que no lo hago a posta. Lo que ocurre es que, al escribir mis entradas como lo he estado haciendo, usando un mínimo de cuatro días en cada una, tenía mucho tiempo para pensarme lo que iba a escribir, además de que se me juntaban los acontecimientos y mis entradas abarcaban muchos temas, pero profundizaban poco en ellos.
Voy a intentar cortar eso de raíz, e intentar publicar más corto y más seguido, al menos cumplir esto último, pues me he dado cuenta que, desde las crisis depresivas que pasé este verano, no soy la misma persona que empezó ilusionada con la labor nueva de un blog. Ese adolescente novato que echaba a volar solo en un mundo enteramente nuevo para él.
Ahora me he convertido en un ser demasiado cauto, un ser que le cuesta más desnudar su alma que al principio, pero esto se acabó.
Así que seré claro desde el principio: estoy mal. ¿Por qué? Por mil cosas, algunas que no llego a comprender, otras que se me han calvado en el alma, otras que serían fácilmente soportables (o mejor dicho, ocultables) si viniesen solas y, por último, otras que llevaban ocultas mucho tiempo pero que, alimentadas por mi malestar, han crecido cual zarzamora y, con sus espinas, han levantado el grueso pavimento con el que las tenía encerradas.
Las que no llego a comprender son sólamente difusas figuras ocultas entre las sombras de mi mente: están ahí, lo sé, las siento, actúan sobre mí, pero, cuando intento atraparlos, se vuelven intangibles cómo el humo, y, como él, llenan toda mi mente con su intenso olor.
Las cosas que más me duelen son pocas, pero hay una que sobre todo me ha dolido en el alma: la marcha de Elena. Y que se haya ido sin ver como vuelvo a mi esencia. Te he decepcionado, Madre, y lo siento mucho. Ya he pagado con lágrimas mi castigo, pero aun así, han sido menos que las que tenía que haber llorado. Sólo espero que vuelva, y que nuestros caminos vuelvan a cruzarse.
Luego están las pequeñas cosas: el estrés escolar, las meteduras de pata...
Y, por último, mis viejos temores, fundamentados en mis cinco pilares del miedo: el miedo a alejar a mi familia de mí, ver como poco a poco se alejan, los conozco menos, me conocen menos; notar cómo mis amigos, poco a poco, se separan, también los alejo, sentir como, metiendome en sus vidas para ayudarlos, se las complico más de lo que estaban antes de que yo llegase.
Notar como, a pesar de mis esfuerzos, mis notas no son todo lo altas que esperaban, y mortificarme por ello. Y lo peor, quejarme por un 8.8, sentime avergonzado de él cuando gente con mucho más esfuezo ha sacado menos nota. Soy un estúpido.
Por otro lado, soy egocéntrico, tengo miedo a los cambios, hipócrita, falso... Si yo en vez de mal karma directamente me han puesto en la frente el sello de "cucaracha" para no andar contabilizandome los buenos y malos actos.
¿Quien va a quererme a mí? Ese es el kit de la cuestión. El saber que nadie puede enamorarse de mi, y, lo más importante, que he perdido la capacidad de enamorarme por temer al amor durante tanto tiempo, por considerarlo como una droga, una presencia ponzoñosa que lo único que hace es herir los corazones. Sólo una vana, dolorosa y efímera segregacion de hormonas. Y es que he visto sufrir tanto a gente muy cercana a mí por culpa de "el sentimiento más grande" que no he estado dispuesto nunca a sufrirlo en carnes propias. Pero al mismo tiempo lo anhelo. Es como odiar y amar algo al mismo tiempo. Odiar y amar al amor. Es tan paradójico como mi misma persona.
Y esto señores, ha sido lo que se ha desatado con las vacaciones; durante la época escolar la rutina y el estrés enmascararon perfectamente estos sentimientos. Pero, cuando tuve tiempo libre y acaeció lo de Elena, todo se desbocó, cual caballo salvaje que consigue liberarse de su brida.
Desde entonces hasta ahora me paso los días como un muerto en vida, esforzándome por sonreir cuando hay alguien delante, y, por tanto, intentando estar el mayor tiempo posible solo.
He intentado usar todo lo que normalmente me alivia: Romeo y Julieta o cualquier otro libro, vuestros blogs, escribir, jugar al ordenador, ver una peli... Pero nada, todo es efímero, pues, cuando lo dejo, sólo tengo ganas de hacerme un ovillo bajo las mantas de mi cama y llorar.
Y entonces llegan las Navidades. Desde la muerte de mi abuelo nunca han vuelto a ser lo mismo. Y es que, desde pequeño, la Navidad me llamaba la atención por mi religiosidad, por los Reyes Magos y, sobre todo, por portar el portal de Belén. Creo que soy el unico niño del mundo que se pasaba todo el año dibujando Belenes y que en julio convencía a su madre para sacar todas las figuritas y montar durante un día un Belén en la cochera.
Pero nunca me llamó la atención eso de las aglomeraciones de gente: la familia cercana y punto.
Pero, desde la muerte de mi abuelo, que en paz descanse, no ha vuelto a ser lo mismo. Las Navidades son para los niños, y mi inocencia perdida las rechaza, pues son épocas de recuerdos, frías y negras, dónde simplemente se promulgan y piden valores que deben estar vigentes durante todo el año, pero que sólo son exigibles durante dos épocas: Semana Santa y "estas fechas tan señaladas".
Si os soy sincero, hoy sólo tenía ganas, al llegar de la misa del gallo (que desde hace unos años se viene celebrando en mi pueblo a las siete de la tarde para que el párrcoco tenga tiempo de ir a su pueblo para cenar con su familia, cosa que veo muy respetable, pues celebrarla siete horas antes o siete horas despues da igual, despues de todo Jesús nació entre el tres y el cinco de abril), de tomarme un vaso de leche con galletas y despues ponerme a ver una peli. Pero vinieron a cenar mi abuela y mi tío con nosotros, porque mis otros abuelos y tíos cenan en Nochebuena en el pueblo de mi madre, y en Nochevieja en el mío, así que, llegados los poquitos que somos, con un pequeño trozo de solomillo y un delicioso bol de serradura todo hecho. No me apetecía más.
Pero no, he estado viendo el unico especial de Navidad que no era especialmente navideño: el homenaje a Nino Bravo.
Pero ha sido corto. Así que, cuando he ido a lavarme los dientes he mirado mi rostro en el espejo. Como siempre, mi cara me ha parecido diferente a las otras veces en las que me he mirado.
Esta vez era patética, estúpida, banal, fea (bueno, eso siempre), mediocre y denigrante para el mundo. Me he sentido con ganas de tirar la toalla y mañana no salir de la cama, de pasarme toda esta semana llorando.
Pero al final he decidido hacer otra cosa. Dejar de lado lo que tengo que hacer porque es políticamente correcto, dejarlo para más adelante y pensar un poco en mí, decir todo lo que pienso y volver a ser el de antes. Estaba perdido en mi mismo. Había muerto y he resucitado. Puede que halla resucitado a la muerte, pero sigue siendo una resurección.
Simplemente he dejado que las lágrimas saliesen libremente de mis ojos y llegasen hasta las teclas, guiando mis dedos para que las pulsasen, y estas pulsaciones manifestándose en un sistema de corriente eléctrico que desemboca en un código de ceros y unos que se traduce en un luces en una pantalla a lo largo del globo. A veces me da miedo la inmensidad del mundo y la inteligencia humana, pues, si hasido capaz de crear esto, si la usa para hacer el mal, el mal será capaz de transformar el mundo.
Espero que esta noche pueda, por fin, dormir en condiciones, después de cuatro meses sin hacerlo.
Gracias por haberme escuchado. Siento haberme estendido y haberos aburrido.
Un beso y un abrazo, y, si necesitais algo, sabeis dónde encontrarme. Os quiere:
DCAC