Buceadores en mi mare tenebrosum

jueves, 22 de abril de 2010

¿Se puede poner título a una vida?

Lo he intentado, y aunque siempre seré fiel a mi primigeneo "De Cotilla a Confidente: Historia de un Drama Moral", no puedo dejar de pensar que tal vez sea el titulo de una etapa infantil que ya he de dejar de lado.
Hola amig@s mi@s, ¿qué tal estais? Lo siento. Regreso y no vuelvo a escribir en una semana. Es ruín hasta para mí. No voy a escusarme. Simplemente no me he sentido con fuerzas para leer o escribir en este mundo de ventanas y telas de araña.
Vengo sin saber que decir. Simplemente con la necesidad de escribir y de llegar a este mundo donde todo el mundo puede leer lo que escribo. Necesito desahogarme sin que me juzgueis. Siento el egoismo, pero quiero ser francos con vosotros, en todo lo que me pase. Para un lugar en el que puedo ser yo no hay lugar para falsos maquillages y ganas de agradar. Eso lo aprendí muy bien de mi cibermami y mi ciberpapi. Por desgracia, soy uno de esos hijos que no se hacen caso de sus padres hasta que se dan el batacazo. Y yo me lo dí.
Fue en forma de reventón. Mis temores cobraron cuerpo cuando todas las emociones que habia conseguido contener durante años fluyeron a través de mí como una enorme catarata, revelando secretos, llorando durante mas de cinco horas seguidas, gritando... Toda una vida de encerramiento y control destrozada en un año. Todo lo que conocia no es ya más que humo y brumas. Y es irónico que me esté dando cuenta de esto justo cuando estoy estudiando en historia el periodo de entreguerras, cuando Europa se da cuenta de que todo ese ambiente de ensalzamiento de la razón, control y civilización que habia creado y en el cual creía firmemente y sobre el cual levantaba todas sus ideas y propositos no ha sido más que una ilusión provocada por la luz deslumbrante de la riqueza.
Yo he sido un reflejo de una civilización Europea. He vivido una epoca de construcción y felicidad durante mi infancia, lo que sería en términos historiologicos el surgimiento de la sociedad griega y el elenismo, en que cada uno de las pequeñas ideas de niño que tenia fueron unificadas por la fuerza de múltiples Alejandros Magnos, como profesores, padres, familias y experiencias.
Luego viví una epoca de estudio y reclusión de los monasterios, que se relaciona con mi aprendizaje y aislamiento social.
El renacimiento llegó a mis diez años, cuando empecé a salir con mis amigos y a formarme, y a entender que habia estado recluido en un oscurantismo de sentimientos y sensaciones. Y también me llevó a volverme egocentrico, a pensar que el mundo no valia nada sin mi, y que siempre me estaria esperando con honores. Craso error. Esto se agravó con el Barroco.
Y llegó la Ilustración, con una excesiva confianza a la razón y una enfermiza filiación con soledad y contemplación. Empecé a pensar en las personas como simples máquinas, a desgajarlas en sus partes mas simples para estudiarlas e intentar comprenderlas. Fui una versión cutre y estupida de Descartes, con el que solo compartí que a ambos esas conductas nos llevaron a la muerte, la suya por arsenico, la mía por asfixia. Mi particular revolución ilustrada llevó unos 4 años. Durante el año pasado, desde que abrí esta ventana, he sido Kant, sometiendo a juicio todo lo que la Ilustración me mostró como cierto. Y me di cuenta de que muchas cosas estaban mal.
Desde septiembre se ha desarrollado en mí con fuerza un espíritu romántico, que atentó contra mi propio sistema. Atacó mis valores y me hizo darme cuenta de mis propios sentimientos y de su importancia en mi vida.
A Hegel parece que me lo he saltado, pero ahora lo estoy contemplando y tal vez si que todo lo que he vivido sea necesario.
Ahora, tras el estallido, que pudo respresentar la Primera Guerra Mundial de mi pequeño universo, estoy en la etapa de entreguerras, con mi crisis moral del 29 que aparece después de la felicidad de mis "felices años veinte" de mi viaje a Italia.
Ahora sólo me queda esperar una reconstrucción y prepararme para la temida Segunda Guerra Mundial, aún más sangrienta que la Primera.
Pero no he de preocuparme, estoy divangando.
Estupida entrada, ¿no creeis? Aunque, extrañamente, reflexionar aqui y ahora me ha servido de mucho. Aclara mi pensamiento y evita la distracción el hecho de obligarme a ser comprensible. Al mismo tiempo, tener delante de ti plasmadas las ideas sobre las cuales estas deduciendo te ayuda a que tus abstractos pensamientos tengan un poco más de cuerpo. Eso si, queda más patético.

Siento una entrada tan patética, pero necesitaba hablar. Por lo menos no ha sido larga.
Espero que todo os esté yendo bien. Intentaré leeros en cuanto tenga tiempo y fuerzas. Un beso a todos, amigos míos. Desde aquí os manda un abrazo aquel que os quiere:
DCAC

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