Buceadores en mi mare tenebrosum

viernes, 25 de diciembre de 2009

¡¡Feliz Navidad!!

¿Que tal estais queridos amigos? Espero que todo os esté yendo genial.
En primer lugar, quiero disculparme por no escribir en todo este tiempo, pero con los exámenes no tengo nada de tiempo. Ahora que han acabado aprovecho para leer vuestros blogs. A los que aun no he llegado, os pido disculpas, espero no tardar mucho.
En segundo, felicitaros las fiestas.
Hoy yo debería escribir sobre la Navidad, debería pregonar la paz y el amor que debieran dominar en estas fiestas y despotricar contra el consumismo que envuelve estas fechas; debería dar todos los premios que me habéis otorgado en mi ausencia, que yo haya visto, mis queridos Gildardo, Arual y Mara, debería escribir la carta a los Reyes Magos que me ha encargado mi querida Arual, o tal vez debiera seguir con el relato de mi querida Amelia. Pero no. De lo que debería hacer sólo haré una cosa: agradecéroslo de todo corazón, así como agradecer a Gil y a Elena el apoyo mostrado en mi anterior entrada, y agradecerles también que me habriesen los ojos con respecto a ocultar mi identidad.
Y es que, muy señores (y señoras) míos/as, voy a dejar eso para más adelante. Porque, y aunque parezca mentira (nótese la ironía), estoy mal, y necesito desahogarme o explotar. Y demasiadas lágrimas han sido derramadas ya sobre la almohada, o sentado en mi sillón de cuero delante de la pantalla del ordenador.
No sé ni como plasmar todo lo que tengo dentro, así que lo haré a la antigua, del tirón, o, como mucho, en dos días, como en los viejos tiempos, eliminando este tumor emocional rápidamente y sin anestesia, y sin dejar que sus cancerígenos pensamientos se estiendan más de lo que están en mi ya infectada mente y mi terriblemente pútrida alma.
Y es que me he dado cuenta de que en verdad lo que me decía Elena era cierto, he cambiado, escribo con miedo de ser juzgado por alguien que, sin tener que llegar hasta aquí, consiga hacerlo y leer mis más profundos y oscuros secretos.
Pero os prometo que no lo hago a posta. Lo que ocurre es que, al escribir mis entradas como lo he estado haciendo, usando un mínimo de cuatro días en cada una, tenía mucho tiempo para pensarme lo que iba a escribir, además de que se me juntaban los acontecimientos y mis entradas abarcaban muchos temas, pero profundizaban poco en ellos.
Voy a intentar cortar eso de raíz, e intentar publicar más corto y más seguido, al menos cumplir esto último, pues me he dado cuenta que, desde las crisis depresivas que pasé este verano, no soy la misma persona que empezó ilusionada con la labor nueva de un blog. Ese adolescente novato que echaba a volar solo en un mundo enteramente nuevo para él.
Ahora me he convertido en un ser demasiado cauto, un ser que le cuesta más desnudar su alma que al principio, pero esto se acabó.
Así que seré claro desde el principio: estoy mal. ¿Por qué? Por mil cosas, algunas que no llego a comprender, otras que se me han calvado en el alma, otras que serían fácilmente soportables (o mejor dicho, ocultables) si viniesen solas y, por último, otras que llevaban ocultas mucho tiempo pero que, alimentadas por mi malestar, han crecido cual zarzamora y, con sus espinas, han levantado el grueso pavimento con el que las tenía encerradas.
Las que no llego a comprender son sólamente difusas figuras ocultas entre las sombras de mi mente: están ahí, lo sé, las siento, actúan sobre mí, pero, cuando intento atraparlos, se vuelven intangibles cómo el humo, y, como él, llenan toda mi mente con su intenso olor.
Las cosas que más me duelen son pocas, pero hay una que sobre todo me ha dolido en el alma: la marcha de Elena. Y que se haya ido sin ver como vuelvo a mi esencia. Te he decepcionado, Madre, y lo siento mucho. Ya he pagado con lágrimas mi castigo, pero aun así, han sido menos que las que tenía que haber llorado. Sólo espero que vuelva, y que nuestros caminos vuelvan a cruzarse.
Luego están las pequeñas cosas: el estrés escolar, las meteduras de pata...
Y, por último, mis viejos temores, fundamentados en mis cinco pilares del miedo: el miedo a alejar a mi familia de mí, ver como poco a poco se alejan, los conozco menos, me conocen menos; notar cómo mis amigos, poco a poco, se separan, también los alejo, sentir como, metiendome en sus vidas para ayudarlos, se las complico más de lo que estaban antes de que yo llegase.
Notar como, a pesar de mis esfuerzos, mis notas no son todo lo altas que esperaban, y mortificarme por ello. Y lo peor, quejarme por un 8.8, sentime avergonzado de él cuando gente con mucho más esfuezo ha sacado menos nota. Soy un estúpido.
Por otro lado, soy egocéntrico, tengo miedo a los cambios, hipócrita, falso... Si yo en vez de mal karma directamente me han puesto en la frente el sello de "cucaracha" para no andar contabilizandome los buenos y malos actos.
¿Quien va a quererme a mí? Ese es el kit de la cuestión. El saber que nadie puede enamorarse de mi, y, lo más importante, que he perdido la capacidad de enamorarme por temer al amor durante tanto tiempo, por considerarlo como una droga, una presencia ponzoñosa que lo único que hace es herir los corazones. Sólo una vana, dolorosa y efímera segregacion de hormonas. Y es que he visto sufrir tanto a gente muy cercana a mí por culpa de "el sentimiento más grande" que no he estado dispuesto nunca a sufrirlo en carnes propias. Pero al mismo tiempo lo anhelo. Es como odiar y amar algo al mismo tiempo. Odiar y amar al amor. Es tan paradójico como mi misma persona.
Y esto señores, ha sido lo que se ha desatado con las vacaciones; durante la época escolar la rutina y el estrés enmascararon perfectamente estos sentimientos. Pero, cuando tuve tiempo libre y acaeció lo de Elena, todo se desbocó, cual caballo salvaje que consigue liberarse de su brida.
Desde entonces hasta ahora me paso los días como un muerto en vida, esforzándome por sonreir cuando hay alguien delante, y, por tanto, intentando estar el mayor tiempo posible solo.
He intentado usar todo lo que normalmente me alivia: Romeo y Julieta o cualquier otro libro, vuestros blogs, escribir, jugar al ordenador, ver una peli... Pero nada, todo es efímero, pues, cuando lo dejo, sólo tengo ganas de hacerme un ovillo bajo las mantas de mi cama y llorar.
Y entonces llegan las Navidades. Desde la muerte de mi abuelo nunca han vuelto a ser lo mismo. Y es que, desde pequeño, la Navidad me llamaba la atención por mi religiosidad, por los Reyes Magos y, sobre todo, por portar el portal de Belén. Creo que soy el unico niño del mundo que se pasaba todo el año dibujando Belenes y que en julio convencía a su madre para sacar todas las figuritas y montar durante un día un Belén en la cochera.
Pero nunca me llamó la atención eso de las aglomeraciones de gente: la familia cercana y punto.
Pero, desde la muerte de mi abuelo, que en paz descanse, no ha vuelto a ser lo mismo. Las Navidades son para los niños, y mi inocencia perdida las rechaza, pues son épocas de recuerdos, frías y negras, dónde simplemente se promulgan y piden valores que deben estar vigentes durante todo el año, pero que sólo son exigibles durante dos épocas: Semana Santa y "estas fechas tan señaladas".
Si os soy sincero, hoy sólo tenía ganas, al llegar de la misa del gallo (que desde hace unos años se viene celebrando en mi pueblo a las siete de la tarde para que el párrcoco tenga tiempo de ir a su pueblo para cenar con su familia, cosa que veo muy respetable, pues celebrarla siete horas antes o siete horas despues da igual, despues de todo Jesús nació entre el tres y el cinco de abril), de tomarme un vaso de leche con galletas y despues ponerme a ver una peli. Pero vinieron a cenar mi abuela y mi tío con nosotros, porque mis otros abuelos y tíos cenan en Nochebuena en el pueblo de mi madre, y en Nochevieja en el mío, así que, llegados los poquitos que somos, con un pequeño trozo de solomillo y un delicioso bol de serradura todo hecho. No me apetecía más.
Pero no, he estado viendo el unico especial de Navidad que no era especialmente navideño: el homenaje a Nino Bravo.
Pero ha sido corto. Así que, cuando he ido a lavarme los dientes he mirado mi rostro en el espejo. Como siempre, mi cara me ha parecido diferente a las otras veces en las que me he mirado.
Esta vez era patética, estúpida, banal, fea (bueno, eso siempre), mediocre y denigrante para el mundo. Me he sentido con ganas de tirar la toalla y mañana no salir de la cama, de pasarme toda esta semana llorando.
Pero al final he decidido hacer otra cosa. Dejar de lado lo que tengo que hacer porque es políticamente correcto, dejarlo para más adelante y pensar un poco en mí, decir todo lo que pienso y volver a ser el de antes. Estaba perdido en mi mismo. Había muerto y he resucitado. Puede que halla resucitado a la muerte, pero sigue siendo una resurección.
Simplemente he dejado que las lágrimas saliesen libremente de mis ojos y llegasen hasta las teclas, guiando mis dedos para que las pulsasen, y estas pulsaciones manifestándose en un sistema de corriente eléctrico que desemboca en un código de ceros y unos que se traduce en un luces en una pantalla a lo largo del globo. A veces me da miedo la inmensidad del mundo y la inteligencia humana, pues, si hasido capaz de crear esto, si la usa para hacer el mal, el mal será capaz de transformar el mundo.
Espero que esta noche pueda, por fin, dormir en condiciones, después de cuatro meses sin hacerlo.
Gracias por haberme escuchado. Siento haberme estendido y haberos aburrido.
Un beso y un abrazo, y, si necesitais algo, sabeis dónde encontrarme. Os quiere:
DCAC

4 comentarios:

  1. Mi queridisimo amigo DCAC! En esta oportunidad paso solo para agradecerte el comentario en mi blog, yo tambien ehe estado muy colgada y en este preciso momento estoy a full! (si pasas por mi blog vas a ver por qué =P)
    Te prometo con promesa de chica con el vaso de agua que voy a leer tu escrito, como siempre hago cuando me cuelgo (aunque a veces no comente).
    Me gusta que te guste mi acento argentino =) yo, sera que amo tanto a España, que la tengo tan metida en mi alma, y por eso a veces se me pega mucho el acento...

    Bueno amigo, ya leere tu entrada y volveré a comentar! Un beso enorme colmado de gotas de agua de felicidad! =)

    Muy feliz navidad!

    Lucía.

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  2. Feliz navidad a tí tambien, aunque llegue con un poco de retraso...es que últimamente he estado ausente, dejaba salir mi mente a pasear un rato para desconectar de los problemas.

    Con tu entrada acerca del amor, me recordaste a la película "moulin rouge".

    "Si hay algo de lo que sé, es del amor, quizá porque lo anhelo intensamente con cada fibra de mi ser"

    "El amor, el amor, creo en el amor por encima de todo, el amor es como el oxigeno, el amor es algo explendoroso, el amor nos eleva a nuestra esencia, todo lo que necesitas es amor!".




    No puedes estar mirando hacia delante con miedo, no puedes ver el futuro si sólo miras el pasado. Lo que tenga que pasar, pasará y es mejor disfrutarlo a no aprovecharlo por miedo... ¿qué sentido tendría la vida si todo lo que hacemos fuera SEGURO?

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  3. No deberías estar mal.
    El amor, querido DCAC es el sentimiento más bonito que se puede sentir, aunque duela, aunque llores hasta enloquecer.
    Yo también creia incapaz de volver a enamorarme, me creía incapaz de amar después de todo el daño, después de tantas y tantas lagrimas, después de esa cosa en el pecho que crecía.
    Pero llorar por amor, es el llanto más sincero y bonito.
    Y aunque duela, se necesita.
    ¿Que somos las personas sin amar? Nada.
    Y claro que te quiere mucha gente, mucha más de la que crees, la vida no esta pensada para vivirla en soledad.

    Por lo que se dice la familia, lo siento en ese tema soy un desastre, no es el pilar más importante para mi y mi familia esta rota hace muchos años, es irrelevante lo que ocurrió.
    Y a mi, me da igual.

    Y tienes razón, tienes que escribir con el alma, lo que te salga, no pienses en agradar, simplemente en sentir, en la presencia de tus palabras, como si fueran personajes de una obra de teatro, ponlas en el escenario, dales un guión, una presencia nueva, haz que sean creíbles. Reales.

    Te quiero DCAC y ya sabes, aqui para todo.
    Feliz navidad.

















    PD: yo estoy bien. Locamente enamorada de un niñato consentido, pero bien :)

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  4. ¿Qué un 8'8 te ha parecido mala nota?
    Como vaya te ahogo jodío... Pués no te jode el niño... ¿Cuántas veces has dicho en esta misma entrada que eres un niño? Muchas... Pués olvida esa tontería de que es baja la nota y trae para aca que te firmo la cartilla de notas... Asunto finiquitado.
    ¡¡¡ Y ríete coño!!! ¿Cómo no te vas a ver feo en el espejo? Normal, tanto llorar, menospreciarte y autoculparte de todos los males de la humanidad te está llenando de arrugas, no seas tonto y, menos aun, te exijas ni un ápice a mayores de tus obligaciones. Sal a la calle y diviertete, la alegría tacha de la mente los nubarrones de humo que te atormentan.
    Y no pienses que eres el culpable de que Elena no escriba, en todo caso puede que lo sea yo. Es más, ahora mismo está afilando un machete de 60cm. de largo y como te coja te revana el cuello por pesimista... Ella volverá, seguro, pero hasta entonces, ambos, te mandamos un beso muy grande y todo nuestro ánimo.
    Ea, campeón, saca pecho, cargalo de orgullo y a la puñetera calle a VIVIR... que son dos días.
    FELIZ NAVIDAD Y UN 2010 DE VICIO

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